¿Qué diferencia existe entre la literatura fantástica y la literatura de miedo o de terror?
Podría decirse que la literatura de miedo es aquella que lo produce, si bien no es una afirmación del todo cierta porque un mismo relato puede causar pánico a un lector mientras que a otro no.
Hay autores que pertenecen al género fantástico, como Tolkien, y otros que se encuadran dentro del género de terror, como Poe o Stoker. Relatos como «La pirámide de fuego» o «La novela de los Polvos Blancos», ambos de Arthur Machen, pueden ser considerados fantásticos porque algunos lectores podrían pensar que no crean la suficiente atmósfera de terror y que sus soluciones son irreales.
Las dos características básicas para definir un relato de miedo son la creación de una atmósfera, de un clima inquietante, y la aparición de un suceso sorprendente, que no tiene explicación inmediata ni alcanzable desde la razón.
Ese suceso tiene que estar relacionado con algo esencial para el ser humano, con la pérdida o la puesta en peligro de su vida.
Como ya se ha señalado, hay literatura fantástica que tiene como objetivo provocar miedo y terror, tal como ocurre con los autores de la época gótica, mientras que en toda la literatura fantástica hispanoamericana del siglo XX lo fantástico surge como superación de los límites de la percepción, como ocurre con algunas novelas de Bioy Casares.
El rasgo distintivo de la novela de terror es el cultivo del miedo y que su principal objetivo son sus emociones asociadas. Es uno de los formatos habituales bajo el que se presenta hoy la nueva literatura de terror gótico.
La novela de terror, representada a menudo por la clásica narrativa del horror sobrenatural de corte anglosajón, incluye elementos propios de la narrativa de ciencia ficción o de la novela fantástica, de las que toma figuras sobrenaturales como las propias del mundo paranormal o la mitología (el monstruo, el vampiro, el fantasma, la bruja o el zombie).
En las obras más modernas ya se amplían los registros con la inclusión de extraterrestres, amenazas nucleares, manipulación genética, etc. De hecho, es frecuente que la fantasía, la ciencia ficción y el terror sean tratados en su conjunto dentro lo que se conoce como ficción especulativa o literatura de género.
En general, el público se siente atraído hacia ese tipo de literatura por los característicos estímulos emocionales, intensos y raros que provoca. En el plano fisiológico, este tipo de obras proporciona un aceleramiento cardíaco y respiratorio que, por lo general, concluye con un desahogo final.
Históricamente, el resorte del miedo en la novela de terror se dispara a partir de la irrupción de un elemento maligno sobrenatural en la rutina diaria de uno o varios personajes ordinarios, aunque en la actualidad las últimas tendencias del género han impuesto, poco a poco, esquemas eclécticos menos conservadores.
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