Nacida en Venezuela, Municipio Libertador.
Soy madre de cuatro preciosas personitas, que las considero las cuatro patas de mi mesa, por los cuales me sostengo de pie luchando por mis sueños, y soñando por ellos.
Vine al mundo en la maternidad más reconocida del país donde nací, considerada así por ser el centro médico en el que nacían la mayoría de los ciudadanos que habitan mi hermosa Venezuela; de hecho, los que vivían en otros estados alejados, se podían dar el lujo de desear que sus hijos nacieran en ella… Estaban ahí lo mejores médicos obstetras del país y del mundo, así que para mí es un gran orgullo haber dado mi primer grito de libertad en “ La Maternidad Concepción Palacios” el 23 de mayo de 1966.
Hace 22 años que me gradué como abogado de la República Bolivariana de Venezuela. También estudie Psicología, carrera que no culminé.
Realicé estudios de Ciencias Penales, Balísticas y Criminalísticas, entre otras actividades, pero nunca se me pasó por la mente estudiar artes, literatura, o todo eso que me condujera por la senda de la escritura, para posteriormente convertirme en la escritora que llevaba por dentro y que ignoraba.
Me encanta la lectura, desde niña me gustaba leer el periódico, ya que en sus páginas había una sección de poesía que me entretenía leer en voz baja, estrofas que rimaban y en las cuales descubría que la gente se niega a vivir sin aprender a leer la vida.
Durante 5 años después de haber convertido mi vida en un basurero andante, me dediqué a escribir mi autobiografía. Al principio solo eran páginas desordenadas, con párrafos sin sentido, de voces acalladas por la vergüenza…
Ahora mismo es el resultado de mi transformación como ser humano que confía en sí mismo, que se ama, se valora y se respeta como espera que lo demás también lo hagan.
Encontrándome en un callejón sin salida, sola, tocando fondo, y con dos hijos de 7 y 2 años, enfrente a la vergüenza, al dolor, la tristeza, el maltrato y la violencia proporcionada por el hombre que amaba, decidí compartir con el mundo la miseria a la que me había sometido por años solo por creer en una milagrosa transformación.
Concluí aceptando que los cambios son y empiezan por uno mismo, que a las personas nos agrada imitar lo bueno y lo malo siempre que no se voltee en nuestra contra, comprendí el propósito que tenemos en la vida: “ ser felices”, sin preocuparnos por las apariencias, o el qué dirán. También aprendí que todos ocultamos algo muy oscuro que nos avergüenza, que cuando decidimos liberarnos del pasado se nos voltea el mundo en contra, y eso nos hace diferentes ( he creído siempre que soy de otro planeta).
Ahora puedo certificar que los que somos capaces de ver la vida desde la escritura somos quienes podemos cambiar el mundo sin utilizar la violencia, aunque hayamos sido víctima de ella.