En el género erótico, los objetos tienen relación directa con el personaje. Y es que cuando se elabora la ficha con las características que van a dar forma a cada uno de los personajes que intervendrán en el relato erótico, es esencial detenerse en los objetos que les son propios.
Complementos como unos pendientes, un anillo, unas pulseras, diademas, pestañas postizas, etc. son objetos que sirven para potenciar la tensión de la historia que se narra. La abertura de una falda, el liguero o la forma de un escote pueden convertirse en los elementos descriptivos en los que se detenga la mirada, al tiempo que encienden el erotismo del personaje y del lector y excitan su fantasía.
Por otra parte, el lugar contribuye a aumentar o disminuir la tensión en el relato. El contraste entre los hechos y el lugar donde estos ocurren resulta necesario a veces. Las localizaciones de un relato deben ser claras para el lector desde el comienzo, para lo cual el escritor se puede servir de una descripción del lugar, que puede ser visto a través de los ojos del personaje o mediante el diálogo.
El lugar y la ambientación están estrechamente unidos, ya que esta última contribuye a la construcción de la atmósfera e incidirá en el ánimo del lector. Para crear la ambientación, la descripción o la construcción del suspense habrá que tener en cuenta otros objetos que entran en juego en la escena, tales como una cama, una ventana, una puerta entreabierta, etc.
Este truco forma parte del curso «Literatura erótica: cómo aprender a escribir sobre el sexo y el amor».
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