El texto narrativo fantástico que resulta más adecuado es aquel que tiene una extensión breve o media, es decir, o bien la novela corta o el cuento, ya que permiten concentrar la intriga y orientarla hacia el clímax.
De ambas, la novela corta es la forma literaria que mejor se adapta a lo fantástico porque permite ligar fuertemente los episodios y dispone al lector para sentir esa impresión de fatalidad que es inherente a las aventuras fantásticas. Además hace posible que el autor se ciña a la acción y consiga el efecto: la intriga se consigue en función del desenlace.
No hay que olvidarse del cuento tradicional o popular, que es el género que mejor se adapta al mundo de lo supranatural maravilloso.
Este mundo también se relaciona con la leyenda donde, sin embargo, los hechos narrados suelen tener una base histórica que ha sido transformada o idealizada por la imaginación popular.
Por otro lado se encuentran la poesía y el teatro, que resultan muy adecuados para la consecución de los efectos comunicativos del género fantástico, si bien en el caso del teatro resulta complicado poner en escena la presencia de aparecidos, la encarnación de los sueños o las visiones de un personaje.
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