El lenguaje provee al autor de herramientas para definir los múltiples e insospechados eventos que provienen de una palabra, una frase o un sonido, y que se concentran en la reunión de sustantivos, adjetivos y tiempos verbales reunidos por nexos y goznes.
Para modelar el mundo imaginario del escritor, éste debe encontrar el léxico adecuado. ¿Cómo hacerlo? Sabiendo que el discurso de la novela está construido sobre la lengua común, pero organizado de un modo diferente. En la novela, las palabras constituyen un sistema autónomo en el que todo es posible si responde a las leyes que instaura este sistema.
Es preciso elegir las palabras que necesita la novela, las exactas, y con ellas construir frases que tengan unidad y fuerza.
Hay que considerar varios planos que las palabras ofrecen:
– significado estricto general
– connotaciones
– sentido particular otorgado por el uso dado
– poder de sugerencia
– asociación con otras palabras
El escritor debe establecer un camino semántico propio, es decir, debe reunir palabras que persigan un mismo propósito de sentido, y así organicen el texto.
Las palabras que sirven al autor para dar una idea de los hechos son los verbos y los sustantivos. Éstos hacen relación a todas las formas posibles en cuanto a cosas, animales o personas. Los verbos indican las acciones que éstos ejecutan, mientras que los adjetivos otorgan propiedades al sustantivos.
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