Desde el punto de vista de la acción es interesante el cuento de detectives, la novela policíaca de lo oculto. Nace de la fusión de los cuentos de miedo con la novela policíaca. Su creador es Sir Arthur Conan Doyle, que saltó a la fama con la creación de su personaje Sherlock Holmes.
Dentro del cambio que experimentó el cuento a comienzos del siglo, se puede hablar de distintos apartados. En primer lugar están los llamados «relatos», donde el protagonista suele ser una cosa. Y esta cosa ocupa el lugar que le correspondería ocupar al fantasma, si bien esta no es etérea ni espiritual, sino sólida y palpable. Sin embargo, hay un grupo numeroso de relatos que no se resuelven ni a través del fantasma ni de la cosa; en este apartado están los cuentos de Wilkie Collins, W. W. Jacobs o Saki.
Otra rama la componen los llamados cuentos sádicos. Por ejemplo, en los relatos de Robert Bloch el vampiro se convierte en un monstruo humano ávido de sangre, que en algunas ocasiones mezcla el placer de matar con el sexual. Los cuentos macabros los han cultivado autores como Faulkien y Woolcott.
Todas estas corrientes estuvieron presentes en una revista que hoy es mítica y que se publicó de 1923 a 1954, «Weird Tales». Para los autores era todo un honor publicar en ella.
Se divulgaron cuentos sádicos de crímenes, narraciones morbosas, relatos pornográficos y todo tipo de sub literatura negra. Fue la primera revista pulp, llamada así por la calidad de su papel. Se iniciaron en ella las corrientes más audaces de la literatura fantástica contemporánea. Así, se desarrollaron el género de espada y brujería, el de los detectives de lo oculto, la fantasía onírica, los cuentos macabros, el humor negro y la ciencia ficción.
Cuando en el inicio del siglo XX el mal o el demonio dejan de escribirse con mayúscula, la angustia del hombre nace de la incomprensión del absurdo de su propia existencia, que solo le provoca desesperanza porque inexorablemente conduce a la nada. Así surge una nueva faceta de lo fantástico, que algunos estudiosos llaman «lo insólito». En este caso, la fuente de inquietud viene provocada por la propia normalidad cotidiana, cuyo aspecto desconocido y absurdo aflora a la superficie. El relato insólito acaba descubriendo la incoherencia de un orden que se ha considerado coherente.
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