Se considera erótico aquello que se advierte de pronto, que resulta inquietante, es el mecanismo que cambia las piezas y les otorga nuevo sentido. Pero, ¿cuáles son las bases que conducen al texto erótico? Así como vivimos la sexualidad de distintas formas, existen también diferentes maneras de escribir literatura erótica. Por tanto, se imponen una serie de condiciones que resultan imprescindibles:
a) Hay que evitar las fórmulas y los estereotipos. Para ello no conviene exagerar las tintas ni tomar la limitada gama del porno comercial como un referente, como tampoco los recursos ya conocidos, tales como «chica inocente que es pervertida», «la primera vez», o «la experiencia más dramática o gratificante de la vida». Hay que introducir temas diferentes, ricos, pero sin prejuzgarlos. Siempre surge con naturalidad un rasgo o una situación que la trama necesite. El autor del texto erótico siempre debe preguntarse si el personaje en cuestión reaccionaría de un modo determinado y si haría lo que le hacemos «hacer» ante una situación determinada: se trata de escuchar qué piden los personajes.
b) Sugerir en lugar de mostrar o de decir directamente. La sexualidad es un lenguaje en el que es más importante lo que no se dice que lo que se dice. Una vez que se imagina la escena y se ubica en el momento preciso, se elegirá qué se muestra, qué se oculta y cómo se comportan los personajes: si están excitados, si tienen prisa, calma, si se detendrán en cada pliegue del cuerpo, etc.
Este truco forma parte del curso «Literatura erótica: cómo escribir sobre el sexo y el amor». Toda la información en nuestra web o bien a través del correo formacion@heraediciones.es.