Con el objetivo de que el lector pueda llegar a conocer cualquier rincón del mundo a través de los relatos de viajes, en estos textos no pueden faltar las descripciones. Se trata de que todo el texto en su conjunto sea una gran descripción de los territorios, ya que, como hemos dicho, en estas obras la descripción se encuentra en un plano superior que la narración de hechos, sucesos y aventuras. Además, sirve también para crear un clima, tensión o atmósfera y puede servir como símbolo de los estados de ánimo de los personajes.
Esto no significa que haya que ofrecer demasiadas indicaciones y datos muy particulares, sino las necesarias para que el lector conozca y ‘vea’ cada escenario y lugar. No debemos llenar el texto con datos innecesarios, ya que más que ampliar el conocimiento lo que hacen es dispersar la atención del lector.
Como hemos apuntado anteriormente, en la literatura de viajes es fundamental la descripción puesto que lo importante de la obra no es la historia sino el viaje y los lugares y para ello hay que describir. Hay que tener presente que el lector puede no ver lo que se pretende que vea y por tanto hay que presentar lo que se esté contando con la suficiente precisión y claridad, sin olvidar la belleza. Como explica Julio Cortázar: “para que la escena tenga fuerza en una historia de viajes, la localización es imprescindible, el cuándo y el dónde, los detalles concretos visibles de ambiente, pero unos brochazos bien definidos son suficientes en lugar de recargarla o señalar aspectos tan obvios que el lector abandone el trayecto”.
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