En la narración para los más pequeños, el lenguaje debe ser sencillo, con un vocabulario comprensible y habitual para los niños menores de 8 años. En recomendable utilizar estructuras sintácticas simples: prescindir de las oraciones subordinadas y utilizar frases cortas, con diálogos claros, preferiblemente en estilo directo, para que los pequeños comprendan mejor el mensaje.
Por otro lado, se debe hacer una introducción moderada y paulatina de vocabulario nuevo.
Los niños aprecian los juegos rítmicos de las palabras, que se obtienen mediante el empleo de recursos retóricos como:
– la anáfora (repetición de una o más palabras al principio de un verso o una frase Ej: La niña no ríe, la niña no llora, la niña no dice nada)
– el retruécano (repetición cruzada de oraciones, generalmente en antítesis Ej: hay muchos pobres que merecen ser ricos, y muchos ricos que merecen ser pobres)
– la epanadiplosis (repetición de una palabra al principio y al final de una frase o verso Ej: Verde que te quiero verde).
Cuando el estilo y el tono lo faciliten, hay que emplear rimas divertidas tanto consonantes como asonantes. Y es que el ritmo y la música se reciben en niñez como un elemento de acercamiento afectivo.
También las exageraciones divierten a los niños; conviene emplearlas en los textos en los que el escritor quiera generar un ambiente humorístico y desenfadado.
En la LJ, las narraciones y descripciones del paisaje o de los personajes no deben ser ni muy cándidas ni ingenuas, ni sesgadas o borrosas. Si el género es realista, conviene buscar detalles para que descubran su momento vital con sutileza y profundidad.
Este truco forma parte del curso «La literatura para niños y jóvenes». Toda la información en nuestra web o bien a través del correo electrónico formacion@heraediciones.es.