Las palabras que se emplean en la literatura para niños deben ser precisas, necesarias y siempre sugerentes. Gracias a ellas, el relato adquirirá más o menos movimiento.
Se pueden utilizar palabras raras, inventadas, para describir hechos extraordinarios, o bien para caracterizar a un personaje. Debe tratarse de un lenguaje que el niño entienda y debe contener una intensidad suficiente para que se emocione.
El relato, según sea más estático o dinámico, predispone el ánimo del lector. A medida que el relato avanza, el ritmo se puede convertir en constante o variable.
Para conseguir un inicio estático, basta con emplear un tono dubitativo o descriptivo y el uso del pretérito imperfecto.
Si lo que desea es conseguir un inicio dinámico, basta con emplear el pretérito indefinido.
Al emplear el lenguaje infantil conviene descartar algunos vicios:
– La prosa rítmica, hay que diferenciar poesía de prosa.
– Diminutivos, aumentativos y ciertos adjetivos; evitar el empleo inadecuado y exagerado de los mismos.
– Reiteraciones, constatar que lo que se reitera se hace para destacar algo que el autor se ha propuesto destacar.
En definitiva, en la LI hay que emplear un lenguaje sencillo y agradable, pero no simple o trivial.
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