El erotismo necesita argumentos originales, buenas historias, imágenes nuevas. ¿Qué estrategias se pueden utilizar para conseguirlo? A través de la voz narrativa, los personajes o el lugar, que son determinantes. Todos ellos forman parte de una trama, de la red que teje el conjunto.
La idea básica para un relato debe fluir naturalmente y no a partir de una decisión mental previa. Es posible que la idea se centre en otras motivaciones y que la historia narrada, la relación entre los personajes o la intriga conduzcan a la escena erótica. Puede partir de la propia autobiografía, de lo que los demás nos hayan contado o de la invención a partir de pequeños fogonazos o de vivencias personales. Pero en todos los casos la idea debe provenir de la voz propia, de las necesidades internas del escritor, para contar esa historia de forma prioritaria.
La novela erótica se constituye como una modalidad narrativa específica en el momento en que convierte el móvil sexual en el camino por el que transita su discurso. Y este hecho lo transmite con todo el lirismo y el desgarro, con toda la ternura y la procacidad de que sea capaz el talento del autor. Se puede admitir bajo la etiqueta de ‘erótica’ toda novela que tiene el propósito no exclusivo de revolucionar y excitar los instintos sexuales, y ello sin otra arma que el lenguaje.
Uno de los esquemas prototípicos de la novela, quizá el más universal, sea el del joven inocente e inexperto que quiere descubrir su propia naturaleza y la del mundo que le rodea, motivado por una búsqueda que se configura como una sucesión de obstáculos y dificultades capaces de probar las virtudes del héroe.
Este truco forma parte del taller Literatura erótica: cómo escribir sobre el sexo y el amor. Toda la información en el enlace agencialiteraria@heraediciones.es.