Cuando se escribe un cuento sobrenatural, siempre hay que poner especial atención en el modo de crear una atmósfera adecuada, aplicando el énfasis necesario en el momento adecuado.
Los cuentos que versan sobre eventos extraordinarios tienen ciertas complejidades que deben ser superadas para lograr mayor credibilidad, y esto solo puede conseguirse tratando el tema con cuidado o realismo, excepto a la hora de abordar el hecho sobrenatural.
Este elemento fantástico debe causar impresión y hay que tener cuidado con la construcción emocional; su aparición apenas debe sentirse, pero tiene que notarse. Si fuese la esencia primordial del cuento, colapsaría todos los demás caracteres y acontecimientos, que deben ser consistentes y naturales, excepto cuando se refieren al hecho extraordinario.
Los acontecimientos espectrales deben ser narrados con la misma emoción con la que se narraría un suceso extraño en la vida real. Nunca debe darse por supuesto este suceso sobrenatural. Incluso cuando los personajes parecen estar acostumbrados a ello, hay que crear un ambiente de terror y angustia que se corresponda con el estado de ánimo del lector, por lo que un estilo descuidado arruinaría cualquier intento de escribir fantasía seria.
La literatura fantástica organiza los elementos narrativos de modo que lo más importante no sea el personaje, sino el acontecimiento. Generalmente, el personaje es pasivo y está sujeto a los acontecimientos.
El relato comienza en un entorno realista donde se produce un acontecimiento extraño o misterioso, que llama la atención en el entorno en el que ocurre. De este modo se rompe la normalidad e irrumpe lo fantástico. No hay que olvidar alterar lo cotidiano para suscitar en el lector una inquietud que mueva a la reflexión sobre lo real.
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