Los personajes son uno de los elementos más importantes de la novela. Pero ¿cómo inventar un personaje? No hay que olvidar que el escritor ha creado esos personajes de la nada, son suyos y gracias a él tienen una vida literaria. Sin embargo, ¿a qué datos o realidades recurre el creador para darles vida? Para ello existen diferentes posibilidades:
a) El personaje simbólico. En este caso el personaje es la expresión de una realidad abstracta, como la fraternidad o la paz, por ejemplo. Tienen menos interés en sí mismos que por el valor que encarnan.
b) El «autorretrato parcial». El personaje es un trasunto del autor y dentro de este punto caben diferentes posibilidades y matices. La más elemental es que el personaje sea una reproducción fidedigna de su creador, fundamentalmente en los aspectos ideológicos y psicológicos. Pero
también se puede construir a partir de algunos rasgos personales del autor solamente. En este caso implica mayor elaboración por parte del novelista.
También puede pensar que un personaje puede expresar lo que no es su autor y más o menos ambiciona secretamente. O igualmente apuntar que en el personaje el novelista puede volcar todas sus obsesiones, todos sus demonios familiares.
c) El «personaje sobre modelo». El personaje puede estar extraído de la realidad externa. Puede ser la reproducción fotográfica de un ser real. O el novelista crea su personaje a partir de solo unos pocos rasgos observados en el modelo. El escritor no copia su original sino que toma lo que desea de él, unos pocos rasgos que han llamado su atención, un giro que ha inflamado su inspiración y con ello constituye su carácter.
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