En la literatura de viajes la figura del autor, el narrador y el personaje tienen una especial relación, porque en numerosas ocasiones coincide en la misma figura. En estos textos el autor suele ser el que cuenta en primera persona su experiencia de algún viaje. Por eso, además de ser autor, se convierte en narrador y personaje de la trama y testigo presencial de la misma. Este hecho aporta realismo al texto y las descripciones, lo que ayuda a mantener la verosimilitud.
En cuanto a la figura del narrador, este deber ser fiable para describir lugares, paisajes y culturas. Por eso lo mejor es narrar en primera persona para describir las experiencias en los viajes realizados. Así el narrador más habitual en este tipo de historias es el narrador en primera persona.
Junto con este tipo de narrador, también se puede emplear el narrador omnisciente, aquel que está escrito en tercera persona y todo lo sabe sobre los lugares, los personajes y las acciones y puede juzgar todo lo que sucede en la historia. Igualmente es posible utilizar el narrador objetivo, que es el que presenta a los lugares, personajes y hechos sin juzgarlos, tal cual son o acontecen.
Por último, a pesar de ser poco empleado, tiene cabida asimismo el narrador en segunda persona, es decir, se cuenta a un «tú» su propia historia. Con este narrador la historia se presenta de un modo agresivo e impactante.
La elección del narrador estará marcada por la historia que cada escritor pudiera construir, y será la intuición del autor la que determine esta intuición.
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