Los diálogos en la literatura infantil y juvenil deben ser elípticos por naturaleza, en los que se debe seleccionar lo que el personaje debe decir y cómo hacerlo. Además deben ser sintéticos porque no conviene repetir ideas que puedan retardar la acción.
Asimismo el escritor debe tener en cuenta que un personaje infantil se debe al contexto de la obra, por lo que el diálogo no puede estar cargado de muletillas o de pausas.
Hay que tener en cuenta además que a los adolescentes les gusta demostrar que dominan el lenguaje y que saben criticar, incluso que son capaces de burlarse de algunos aspectos de la vida. Por eso el escritor de LIJ ha de proyectar los valores de los protagonistas, y debe tener en cuenta que en la ficción las personas se pueden desligar con más facilidad de la vigilancia de un adulto que en la realidad.
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