Los personajes de la literatura para jóvenes se construye a través de dos actitudes:
1- El escritor puede ponerse en el lugar del joven para darle forma a los personajes, aunque su pensamiento adulto no esté de acuerdo con el comportamiento del protagonista y sienta malestar con las conductas increíbles que en algunos momentos llevan a cabo lo adolescentes.
2- Desde los intereses del mundo educativo de los adultos y a través de la selección de argumentos adecuados para la formación de adolescentes. En este caso la literatura tiene una función ilustrativa de lo correcto e incorrecto desde un punto de vista moral y narrativo.
Los autores de literatura juvenil pueden optar por cualquiera de estas dos actitudes, es decir, la del educador tradicional, que inventa personajes que dominen la situación desde un punto de vista racional, o la del escritor librepensador, que dejará que sus protagonistas se enfrenten a la vida con todos sus puntos fuertes, pero también con los débiles.
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