
Nacido y educado en tierras levantinas (Lorca, 1963), mi amor por la ciencia me llevó a licenciarme en Química Industrial, y mi pasión por la aventura, a trabajar toda mi vida en Asia-Pacífico, desde aquellos tiempos en que Corea parecía más lejana que la luna y British Airways hacía escala en Anchorage, Alaska…
Sin embargo, las largas noches lejos de casa, sin internet ni teléfono móvil, forjaron en mí a un gran lector y a un posible escritor: siempre ficción, siempre aventura, siempre Hugo, Eco, Faulkner, Poe, Stevenson, Mendoza o Reverte… aunque también Borges y Vargas Llosa, y sobre todo el teatro clásico griego. Aquel lector que quería ser escritor dio a luz dos novelas: Sonrisas Pintadas (Finalista del Premio Planeta en 2000, finalista del Vargas Llosa de Narrativa en 2002, publicada por Editorial Celia) y Una crónica de reyes y demonios (Editorial Regional Murciana, publicada en 2003). Luego vinieron los hijos, los líos y más y más viajes, que aparcaron mi vocación hasta hace dos años, cuando algo más de tiempo libre me permitió volver a mis dos pasiones: escribir y pintar.
Esta es mi tercera novela: más aventura, con el mar de Levante siempre de fondo, emulando a Scott y atreviéndome (¡qué temeridad!) a cerrar el final abierto que él dejó en El Pirata, una de las obras que inundó mi infancia de navíos, abordajes, afrentas, romance, honor y valor… porque siempre quise saber cómo acababa la historia de Vaughan y Minna.