Toda mi vida he estado rodeado de libros.
El simple hecho de verlos en las estanterías siempre me ha producido una sensación de bienestar, quizás sea porque lo llevo en los genes. Tanto mi padre como mi abuelo fueron grandes entusiastas de la lectura. En el caso del último, la pasión por ellos rozaba lo enfermizo.
Desde muy joven me he sentido arropado por ellos, los libros, y me han proporcionado una opción de escape o la manera correcta de afrontar los problemas del mundo cotidiano.
Comencé a escribir hace tres años aproximadamente. Demasiado mayor quizás, no sé. Me metió el gusanillo en la sangre un amigo dedicado como yo al mundo del libro, Salva. Él me animó a empezar y ahora me siento cómodo plasmando lo que siento en negro sobre blanco a través de las teclas del ordenador.
Mi primera novela es una autobiografía familiar, Cautivo y desarmado. Crónicas familiares. Un tiempo después me atreví con Y la vida le venció, una lucha encarnizada contra el dolor y un homenaje a las ganas de vivir. Ahora intento encontrar —y ayudar a encontrarla a otros— la cordura, con unos relatos cortos que abordan diferentes temas sociales y de trepidante actualidad.