A principios de siglo, el Tormes presenció mis primeros pasos. Unos años más tarde, le hablé noche y día sobre aquel maestro de bachillerato que me había abierto las ventanas del mundo del arte y que fue detonante de mi compromiso literario.
Joven, con sed de venganza contra la realidad y con miles de palabras guardadas en el tintero, mi escritura encuentra cobijo bajo la sombra de varios gigantes: la prosa costumbrista y conocedora del alma humana de Carlos Ruiz Zafón; la sabiduría enciclopédica de Juan Manuel de Prada, que hurga con su pluma en las miserias de nuestra sociedad; las paradojas unamunianas, que están hechas de sangre, vísceras, huesos y sudor; el ritmo lírico de las Sonatas de Valle-Inclán; y, en fin, la elegancia y sutileza de la prosa cervantina, que pone en jaque todas nuestras categorías mentales.
Desde esta óptica, en septiembre de 2020, me lancé a la redacción de mi primera novela, Morir en tu mirar, que recoge todos mis escritos previos e inéditos. Ambientada en una Salamanca del 2040, la novela, que es un libro social con tintes de ciencia ficción, nos muestra un mundo que no es el nuestro, pero que potencialmente podría serlo, y lo descubrimos a través de la mirada crítica, afilada y enamorada de Federico Montenegro, joven escritor que se niega a callar frente a un colapso personal y civilizatorio y que está dispuesto a confrontar todos nuestros convencionalismos.
A lo largo del libro, con tono intimista, el protagonista interpela de manera constante al lector para convertirlo en partícipe activo de su estilo, mordaz y poético. De este modo, lector y narrador comparten secretos y descifran enigmas juntos: la necesidad del amor, el abismo de la muerte, el suicidio, la religiosidad, las limitaciones de la tecnología y la búsqueda de la verdadera libertad. Todo ello sobre el telón de fondo de las paupérrimas condiciones a las que nos somete el régimen plutocrático, del sexo como instrumento de dominación económica, del transhumanismo y de las escisiones sociales.
Federico Montenegro, en suma, distancia al lector del mundo real para que, cuando levante la mirada del texto, se enfrente a la realidad con los ojos novelescos e inconformistas de Don Quijote:
La ficción es un puente que nos conduce a la verdad.
Morir en tu mirar, su primera piedra.
¿Y la segunda?
Continuará…