¿Era Astérix el antecesor del hiperactivo salvador de la patria Nicolas Sarkozy? ¿O quizá el de Jean-Marie Le Pen, el belicoso exlíder nacional populista del Frente Nacional? ¿No sería Obélix el ejemplo y el bigote en los que se fijó José Bové, exlíder de la izquierda ecologista y antiglobalización, para arrasar los McDonald’s como si fueran un campamento romano? ¿No recuerda el pintoresco druida Panorámix al simpático Jacques Chirac? ¿Qué representa Ideafix, con esa etimología (ideas fijas)? ¿Y el bardo Asurancetúrix, pésimo cantante pero excelente camarada? ¿Y Lélosubmarine, con su vertiente Beatles?
A estas preguntas, y a muchas otras más, intenta responder la exposición-autopsia recién inaugurada en la Biblioteca Nacional de Francia y dedicada al universo de Astérix, quintaesencia y feroz parodia del chauvinismo, psicoanálisis del paraíso perdido, orgía del terruño y de la magdalena de Proust, además de ser el cómic más leído, traducido y vendido de la historia de Francia.
En paralelo a la exposición, una edición especial de la revista Le Pointha convocado a una docena de sabios de diferentes especialidades, que han analizado Astérix de la A a la Z (así se titula la muestra) y han llegado a conclusiones que, sin pretender ser definitivas, ayudan a conocer los dobles y los triples sentidos, profundos, ligeros o sorprendentes, ocultos en la obra maestra del humor creada en 1959 por dos franceses muy poco galos: el dibujante italo-francés Albert Uderzo (Fismes, 1927), todavía vivo y dibujando, y el guionista de origen judío René Goscinny, nacido en París en 1926, criado en Argentina y fallecido de un infarto a los 51 años.
Toda la información en la versión digital del diario El País.