La comisaria Ruiz abandonó las calles de Madrid, que son su predio habitual de caza de malhechores, para darse ayer una vuelta por Barcelona. No recaló en la Jefatura Superior de Policía de Via Laietana sino en el pequeño garito de la librería Negra y Criminal, en la Barceloneta, buscando la compañía de colegas detectives como Wallander, Sam Spade o Miss Marple -aunque la vieja dama del crimen difícilmente le colocaría una certera bala en la frente a un criminal como hace nuestra agente-.
Eligió María Ruiz ir de uniforme, el azul marino de la Policía Nacional, acompañando y respaldando a su madre literaria, la escritora y periodista de EL PAÍS Berna González Harbour -ella sí de paisano, aunque enfundada en la canónica camiseta de la librería, que tiene algo de chaleco antibalas- en la presentación de su segundo caso, la novela Margen de error (RBA).
La trama de Margen de error parte de un hecho real, la oleada de suicidios provocada por los despidos en France Telecom (en el relato Pétrole de France). Explicó que la historia arranca con un aparente suicidio, que luego muere la madre del finado, que raptan a la hija de una jueza, que hay una femme fatale, y sexo (en realidad poco, qué le vamos a hacer)…, y que la comisaria se salta las normas como todos los policías de ficción cuando no hay más remedio. Y le preguntó Rosa a la autora de dónde saca el tiempo para escribir. Esta le respondió que aprovecha el verano y que entonces arranca el motor de la novela de forma que ya no pueda parar.
La mezcla de viejos procedimientos y nuevas tecnologías por la que abogó se simbolizan en la novela con la joint venture de Luna y una becaria muy bien dotada -y no solo para twitter-. En el telón de fondo, también, el 15-M, los desahucios, la ocupación de Sol, los despidos. «La novela negra logra pintar muy bien la realidad», reflexionó la autora. Explicó González Harbour que crear la trama le resulta fácil y divertido -«un sudoku muy objetivable»- mientras que con los personajes sufre más.
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