La escritora Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, Barcelona, 1945), una de las cultivadoras del relato breve más destacadas de nuestra lengua desde hace tres décadas, regresa al género con La habitación de Nona (Tusquets), un volumen de relatos para adultos en los que la realidad se enriquece con los procesos mentales de sus protagonistas, que guían la narración y se revelan mucho más importantes que los hechos objetivos.
La identidad, la memoria, la percepción y el paso del tiempo son algunos de los temas centrales de estos seis cuentos, cuyas claves nos da su autora.
-Después de su libro La puerta entreabierta, en el que daba rienda suelta a su parte más desenfadada con el seudónimo de Fernanda Kubbs, ¿con qué actitud ha escrito este nuevo libro de cuentos?
-Con la actitud de siempre. Dispuesta a sorprenderme, a inquietarme, a responder algunas preguntas, a plantearme otras… Y, sobre todo, a pasármelo bien y a pasármelo mal. A veces de algún relato doloroso se sale renacida.
-Si obviamos la novela La puerta entreabierta, la antología Todos los cuentos y su cuento infantil De mayor quiero ser bruja, hacía bastante que no publicaba relatos nuevos. ¿Por qué?
-Vida y escritura van siempre de la mano y hay momentos en que no se tiene la capacidad de concentración necesaria, ni tampoco las ganas. Pero luego todo regresa. Y en eso estoy. De todas formas, mi ritmo de publicación nunca ha sido vertiginoso. Me tomo mi tiempo, convivo con mis relatos, los dejo reposar… No me gusta imponerme fechas u obligaciones. En realidad, la frecuencia de publicación la marcan los propios libros.
-En los cuentos de La habitación de Nona ahonda en los laberintos de la psique y parece más importante lo que sucede en la mente de los protagonistas que la realidad objetiva. ¿Está de acuerdo con esta impresión?
-Desde luego. Para ellos lo que pasa por su mente es sencillamente su realidad. De eso se trata. Y también de que me interesa penetrar en sus pensamientos y moverme en un mundo de claroscuros donde todo, en cualquier momento, puede ponerse en cuestión.
-La identidad (en La habitación de Nona) y la memoria (La nueva vida y otros) aparecen como algo difuso. ¿Considera realmente que estos dos pilares que constituyen el “yo” son así de frágiles? ¿Qué podemos hacer al respecto?
-Yo no los llamaría «frágiles» ni muchísimo menos. La identidad, natural o adquirida, es el eje precisamente de uno de los relatos, y de la memoria se dice en otro que «no es una tumba de alta seguridad». De nada sirve, pues, enterrar recuerdos porque ella, al menor estímulo, se encargará de resucitarlos.
-¿Diría que la memoria y la percepción son el hilo conductor de estos cuentos?
-Cada cuento es independiente y ha nacido con voluntad de vivir su vida. Pero hay pasillos muy sutiles entre ellos. Citas, direcciones, objetos y, desde luego, la memoria, la percepción, lo engañoso de ciertas apariencias, los préstamos entre pasado y presente… Por algo cito al principio la frase de Einstein: «La realidad es simplemente una ilusión, aunque muy persistente».
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