«Yo quiero editar desde que era niño». Gonzalo Pontón (Barcelona, 1944) era un adolescente que devoraba libros cuando fue subcontratado por un colega avispado para que corrigiese galeradas. Así empezó todo.
Luego estudió idiomas (habla siete) e Historia, se afilió al PSUC, pasó por la cárcel por publicar a Pierre Vilar de tapadillo en Ariel, fundó la editorial Crítica tras la muerte de Franco, conoció a Berlusconi cuando era solo un empresario obsesionado con velinas (luego fue un político y empresario obsesionado con velinas), convenció a Aznar para permitir la publicación de los Cuadernos robados de Azaña devueltos por Carmen Franco y acabó —quién sabe si porque era un clásico en tiempos frívolos— jubilado por Planeta en 2009, nada más cumplir los 65. Tras un respiro de dos años por mandato contractual, fundó Pasado y Presente, una editorial en la que se ha atrincherado para entender el mundo. Y ahí seguirá, editando hasta que se muera.
Pregunta. ¿Ha desaparecido el interés por la historia?
Respuesta. No son los años dorados en los que se tenía a la historia como un marco de referencia para la vida cotidiana, como elemento de reflexión para no repetir errores pasados. Sí, se ha perdido interés, tiene que ver con una pérdida de conciencia del grado de desarrollo del capitalismo en estos momentos. Dicho esto, diré que de todas las ciencias sociales la única que todavía interesa es la historia. Es inútil publicar libros de sociología, antropología, economía…
P. ¿Nadie compra libros de economía con esta crisis?
R. Nadie. Diré además que los estudiantes y profesores de Economía son los más analfabetos de este país, no leen jamás nada, solo papeles en internet. Lo único que han hecho es estudiar una ciencia social para comprender el fenómeno económico, pero en su inmensa mayoría, y estoy generalizando, los profesores y catedráticos de Economía, y de otras ciencias, no han leído nada fuera de lo necesario para su actividad.
P. Está vapuleando a un colectivo que está en el pedestal para explicar qué ha pasado.
R. Ellos no nos pueden explicar lo que ha sucedido porque teóricamente tenían que haber sabido lo que iba a suceder. El problema no es solo con los economistas, lo es en todas las ciencias sociales. Tiene que ver con el descrédito de la universidad. Cada vez se fue pidiendo menos a los estudiantes que un buen día se licenciaron y una parte de ellos trataron de quedarse en la universidad. Perdieron la curiosidad para atender las necesidades perentorias de la colocación. Son los catedráticos de hoy. No se puede esperar gran cosa de ellos. La gente que sale hoy de la universidad es profundamente analfabeta. Que no se me enfaden solo los economistas. Que se me enfaden todos.
P. ¿Hacia dónde va una sociedad que prima el conocimiento práctico en la educación?
R. Una de las cosas que hicimos fue engañar a los chicos diciéndoles que fueran a la universidad para encontrar trabajo. La crisis ha demostrado este engaño. A la universidad hay que ir para aprender a entender el mundo. Uno encontrará trabajo según se encuentre en la fase A o B del ciclo económico. No se les puede pedir que lean, reflexionen o piensen porque están deprimidos. Están desarmados para afrontar el mundo y dado que la vida es tan corta, la sensación de la mayoría será de fracaso y frustración.
Puedes leer toda la entrevista en el enlace http://cultura.elpais.com/cultura/2015/04/05/actualidad/1428254712_992049.html