Soy Lorena Diego y siempre quise ser periodista.
Mi vínculo con la escritura nació de manera muy temprana porque siempre me ha apasionado dar forma a personajes que reflejen un mundo aparte para los lectores.
No obstante, mi incursión profesional con el mundo novelístico se ha plasmado con esta ópera prima; un texto en cierta manera autobiográfico en el que el personaje principal se enfrenta a situaciones complicadas que hacen que tenga que sacar su fortaleza a cada instante, pero sin perder ni un ápice de su verdadera personalidad rebosante de tintes irónicos.
Mi carrera profesional se ha labrado en los medios de comunicación: tanto en agencias como en televisión y radio, dedicándome actualmente a estos dos últimos campos.
Ante la información fugaz presente en estos tiempos, escribir una novela se torna todo un privilegio quasi emocional. Una especie de embrión al que le das forma sin apenas darte cuenta y que, al contrario que las noticias que damos a diario, no se desactualiza, sino que con cada lectura cobra mayor vida.
Uno de mis habituales comentarios están relacionados con poder tener más tiempo para escribir, para crear historias, dado que la profesión periodística copa bastantes horas del día y algún que otro quebradero de cabeza.
Y otro de mis habituales pensamientos giran en torno a poder dedicarme algún día a ser escritora a tiempo completo.
Dicen que ser escritor es una de las profesiones más complicadas, porque tienes sobre tus hombros la responsabilidad de enganchar a un lector desconocido con el que acabas estableciendo una relación, a distancia, pero íntima. Que puede pasar de generación en generación, que puede formar parte del boca a boca o simplemente con la que alguien, quizás aquella chica con la que te cruzaste en aquella plaza, se pueda identificar.