
Soy un escritor tardío, aunque todavía espero poder dar lo mejor de mí.
Comencé a andar el camino de la escritura unos diez años atrás.
Años en los que, a la vez que mi pasión por la escritura crecía, he ido madurando ese sexto sentido común a todos los escritores que aspiran a vivir intensamente en el mundo de la ficción narrativa.
Fruto de ello es una colección de relatos, algunos publicados, dos en la revista literaria Cuentos para el andén y otros en varias antologías de la Editorial RELEE. Pero lo mejor estaba por llegar: Gladius Iusticie, mi primera novela, que narra una historia que pedía a gritos ser contada.
Tuve la fortuna de ser el elegido por el destino para narrarla. No la busqué, surgió de pronto. Y a lo largo de los dos últimos años he dedicado muchas y largas horas a la ardua labor de encontrar la documentación necesaria en la que buscar, como lo hace un paleontólogo con los restos fósiles de animales prehistóricos, las piezas del puzle de la Historia, siempre incompleto y lleno de lagunas. Eso me ha permitido rellenarlas convenientemente y así darles una dimensión literaria a personajes históricos, más humana y menos fría, más vital, transformándolos en personajes de ficción.
También les he dado sentido dramático a los acontecimientos de los que nos habla la Historia, concatenándolos en una trama llena de conflictos y tensiones. Luego, solo quedaba escribir la historia, que fluyó como el agua de un torrente.
Tan solo añadiré que durante tres años fui profesor de escritura, impartiendo cursos online de técnicas narrativas, así como de redacción y estilo, actividad para mí muy satisfactoria, pero que abandoné para centrarme con más intensidad en Gladius Iusticie.