El suspense, la intriga, el terror y la búsqueda de la verdad, han ejercido en mí una atracción especial desde que empecé a leer.
Crecí con compañeros tan diversos como un gato negro, el de Edgar Alan Poe, un perro terrorífico, el de los Baskerville de Arthur Conan Doyle, o un misterioso sombrero de copa, el de Ellery Queen, entre otros. Con el tiempo, empecé a interesarme más por el carácter de los personajes, sus fortalezas y sus debilidades, y por como afrontaban los conflictos. Ese lado humano está muy presente en mi primera novela.
Soy licenciado en informática y he tenido la suerte de poder viajar con frecuencia y conocer países, personas y culturas diversas.
Escribir ficción es algo que quería hacer desde hace mucho tiempo y el 1 de enero de 2020 cambié mi profesión de informático, por la de escritor. Desde entonces no he parado de crear; disfruto imaginando tramas, creando personajes, enfrentándolos a situaciones extraordinarias, metiéndome en su mundo… Considero que tengo la imaginación, la creatividad y las ganas que hacen falta para escribir ficción y todos los días dedico varias horas a ello.
Durante el confinamiento, escribí y publiqué mi primer libro, Casandra y el amuleto mágico, un cuento de aventuras para niños. Luego continué con múltiples relatos cortos y en uno de ellos surgió Ginna, una niña que vive con su familia en un pazo gallego, en una zona poco poblada, que desaparece en una noche de niebla.
Ginna ha sido el origen de mi novela En tierra de extraños, en la que la teniente Patricia Montenegro, todo un carácter, es destinada a un pequeño pueblo gallego, Ortiguña, para investigar una desaparición. Nada le resulta fácil en un entorno cerrado y hostil, donde hay muchos secretos y poca colaboración. Patricia Montenegro tiene que enfrentarse a sus enemigos y a sus fantasmas del pasado, pero cuenta con la ayuda de su compañero de confianza, el cabo Gómez.
La novela atrapa al lector desde el principio, tiene un ritmo trepidante y mantiene el suspense hasta el final.