Nací en Alcoy, Alicante y nunca me gusto estudiar. No me gustaba el colegio, lo odiaba. En cuanto pude y me dejaron mis padres (no pusieron muchas pegas), salí del circuito de enseñanza sin terminar los estudios básicos y me puse a trabajar.
Sin estudios y muy joven, en cualquier cosa, mal pagada.
Pero en un momento dado de mi vida, y después de trabajar en multitud de cosas diferentes (panadera, cosiendo, limpiando, reponiendo en un supermercado, pinche de cocina, camarera), me di cuenta de que tenía un buen vocabulario, gracias a que siempre he sido una leedora compulsiva.
Leo todo lo que cae en mis manos, igual leo a Nietzsche, Bukowski, Cortázar, la saga completa de Juego de Tronos, que me entretengo con un tratado de medicina del siglo XIX o con las historias del mundo disco de Pratchett.
La novela negra me gusta mucho también, digo esto solo por poner un ejemplo del poco filtro que llego a tener y para dejar claro que los libros me lo han dado todo, vocabulario y cultura.
Soy muy curiosa y los libros son los que sacian esa curiosidad de saber el porqué de todo, poder ir a sitios a los que nunca viajaré, vivir historias que nunca sucederán.
El trato con la gente se me da bien y empecé a trabajar como comercial, ventas, atención al publico, teleoperadora, etc. Este trabajo me llevó a ser agente de seguros durante muchos años. La verdad es que me gusta tratar con la gente, hablar con diferentes personas, solucionar problemas.
De camino a casa, cuando volvía del trabajo caminando por la ciudad, me inventaba historias. Cada día añadía algo nuevo, hasta que al final tenía todo un libro escrito en mi cabeza; así que decidí plasmarlo en papel, un poco para mí sola, así que se quedó en un cajón durante bastante tiempo.
Después, por circunstancias de la vida y tras la muerte de un querido amigo, pensé que no tenía que guardarlo para mí, que tenía que intentar que otros lo leyeran, que la vida es solo una y no debemos dejar nada por hacer, nada guardado en un cajón.