Me llamo Inés Gestoso Sandín y mi experiencia se enlaza de forma irremediable con un pequeño pueblo del sureste de Zamora.
Nací en la capital en junio de 1981, pero me crie en Villaveza. Es un lugar tan bueno como cualquier otro para crear buenas historias. En la mía fue un giro importante la marcha de la única niña de mi edad, mi mejor amiga.
En aquel momento desconocía que su pérdida estaba ligada a mi unión con las letras. Con ocho años, los cuadernos en blanco y los lápices de colores pasaron a ser mi mejor compañía. Comencé creando cuentos ilustrados. Disponía de muchas horas al día para dedicarlas a desarrollar mi imaginación.
Ese tiempo se recortó notablemente al entrar en la adolescencia. La precariedad en mi entorno familiar me llevó a conocer el mundo laboral con diez años. La vida me exigió madurar antes de lo debido y mis narraciones intentaron seguir su ritmo. Me atreví entonces con relatos cortos, historias en las que plasmaba mi lado triste, motivo por el que tardé muchos años en dejar leer alguno de mis escritos.
Con tesón y esfuerzo, compaginando los días de estudio con los de trabajo, conseguí diplomarme en Biblioteconomía y Documentación en la Universidad de Salamanca.
Pensaba que sería la profesión con la que me sentiría más plena, la que estaría feliz de ejercer hasta el final de mis días. Pero no llegué a sentirme así hasta terminar mi primera novela. Había dado con aquella magia que faltaba en mi vida, con aquella actividad para la que me exigía sacar tiempo, aunque fuese a costa de horas de sueño. No importaba, porque todos esos momentos me enriquecían.
Digamos que la escritura ha llenado mi vida. Supongo que todos pasamos por una fase en la que sentimos que aún no hemos encontrado nuestro camino, que vagamos buscando aquello que nos haga sentirnos felices con nosotros mismos. Hay quien lo encuentra pronto, quien lo encuentra tarde y quien no lo encuentra nunca.
Atreverme a dejar que leyeran algo creado por mí fue como exponer mi alma, pero me ayudó a encontrarme a mí misma, fue la señal que me ayudó a orientarme, a encontrar mi camino.
Al final he tenido la fortuna de dar con aquello con lo que me siento completa.
Lo encuentro cuando escribo o cuando me sumerjo en una buena historia, ya sea narrada, leída, filmada o representada. Esa es mi parte hobbie, la parte de mí que ansía crear y conocer historias. Historias que me enseñan y me llevan a lugares en los que sería imposible viajar de otra manera.