Es igual si se doctoró cum laude en la Autónoma de Madrid, si pateó Buenos Aires de arriba abajo… sus conferencias en Asia que tan entusiasmado lo traen, no nos preocupan. Que viva en los States, donde los Jones, también nos trae sin cuidado, no es un dato que nos desvele. Diría lo mismo de su academia, dicen que dio clases en Yale, que publicó en Random House o en Editorial Aguilar —el dato quizás pueda dar una cierta garantía al lector—. A nosotros nos es indiferente, porque todo eso pertenece al pasado, y como tal allí se queda.
Hoy, presente, lo que nos convoca, el motivo por el que estamos aquí, lector; yo, frente a usted, parado con esta cara de tonto; lo que sí nos concierne hoy es traer a colación a esta, su afición, esta locura que tiene Hernito Jones por crear historias, sujetos literarios, geografías de palabras con sus manos, arcilla que cuaja, emergen ciudades, rasgos de su obsesión penden en sus tramas, la manera en que se comportan sus personajes, cierta oscuridad. Y en ese mar de circunstancias caprichosamente aflora una preferencia literaria capciosa, pobretona, si se quiere; pero sobre todas las cosas, la cobardía, el miedo, el horror; ese sí es territorio real para Hernito Jones, porque la cobardía, hija de la crueldad, es la madre de todas sus batallas. El horror reside en Jones: “Allí estoy yo, Hernito Jones, con mis luces y con mis sombras dispuesto a la travesía”.
En síntesis, lector, Hernito Jones, explorador literario, navega las maremotas aguas vivas de la ficción con la destreza de un veterano marino; Hernito Jones, o sea, timonel de la palabra, cosmonauta del tiempo perdido, emprende la búsqueda del tesoro infrarrealista hundido: Aquí está, Hernito Jones, con sus luces y con sus sombras, sus más y sus menos. ¡Bienvenido a bordo, lector, emocionante Odisea literaria!