
Escribir, para este autor, ha sido siempre robar horas al sueño; como también lo fue ampliar sus conocimientos en literatura, música, filosofía, antropología, psicología, física y un sinfín de materias.
Aunque ha leído muchísimo y de todo, siempre recordará con especial cariño a Graham Green y Alan Poe en su adolescencia y, de juventud, su predilección por el cubano Alejo Carpentier, sin desdeñar a otros autores sudamericanos. También ha admirado mucho la prosa de Juan Marsé y reverencia a sus paisanos leoneses: Julio Llamazares y Luis Mateo Díez. En poesía, sus principales afectos siempre han sido para Octavio Paz, Neruda, y los poetas de la generación del 27.
Nace en la ciudad de León y estudia con beca toda su vida, desde los diez años, en la época en que ser becario significaba tener buen expediente académico y necesidades económicas.
Tras el bachillerato en el instituto Padre Isla de León —de cuyo profesorado recuerda con cariño algunos de gran talla intelectual que influyeron notablemente en su acervo cultural y su interés por el arte, la literatura y la filosofía—, estudia Medicina en Valladolid con una de las mil primeras becas-salario que se concedieron en España en las postrimerías del franquismo.
Su padre, que perdió diez años de su juventud entre la guerra y la posguerra españolas, a pesar de las muchas vicisitudes que pasó, le inculcó un afán cultural, librepensador y ecuánime en la forma de enjuiciar y ver la historia de España y la vida, y de él heredó el vicio por la lectura y la escritura, pues escribía bastante bien; algo que venía de herencia, pues su abuelo fue poeta y escritor de obras de teatro costumbrista y vendía poemas que mandaba musicar para letras de canciones antes de la guerra. También su tía Leonor Vidal, maestra nacional, influyó muchísimo en su educación y cultura.
El interés por la escritura le surge al autor ya en la infancia, pues con diez años escribe su primera novela corta de aventuras inspirada por las lecturas de Julio Verne. La poesía le trastoca desde los seis años (le gustaba recitar) y, ya con trece, gana un premio en el concurso literario de santo Tomás de Aquino del instituto Padre Isla de León, publicado en la revista «Nosotros».
Posteriormente, ha sido tercer premio en el Concurso de Poesía Internacional de Archidona 2020. Escribe algunas obras menores de teatro con quince años y bastante poesía durante la carrera, en la que, ya al final, vuelve a recuperar la escritura de la novela; pero casi todo se ha perdido. También ha escrito algunos artículos en el periódico «La Nueva España» de Oviedo, así como otros —literarios y pequeños ensayos o artículos de opinión— en la Revista del Colegio Oficial de Médicos de Asturias, de la que formó parte del Consejo Editorial de la misma hasta mediados del 2019.
Su profesión (médico de familia en distintas localidades de León, Asturias, Santander y, por último, en Grado (Asturias) le ha ocupado toda su vida, de tal forma, que ha ido abandonando muchos escritos sin poner fin en el texto. Tiene algunos poemarios y varias novelas que todavía no ha intentado publicar.
Esta novela, Los últimos lutieres, es una primera muestra impresa de lo que aún puede decir este autor. El tema de la novela le surgió en un viaje a Baleares, en ocho escasas horas en que visitó la isla de Formentera. Maduró la idea durante unos meses, en los que fue ampliando y amalgamando el argumento hasta darle la forma que pudiera transmitir el mensaje que encierra y que no te deja indiferente.
Se trata de una distopia futurista, no muy lejana en el tiempo, que nos deja un sabor acre, pero con un atisbo de esperanza en el futuro de la humanidad.