Existe un momento en la vida en que toda persona puede sentir la necesidad de relatarse de una forma diferente a la habitual. Tarde o temprano, el ser humano pasa por esta etapa para resistirse al olvido de la memoria; así se asume la tarea de narrar en primera persona lo que se ha vivido en el pasado. Esta necesidad toma el nombre de «pensamiento autobiográfico.
Redactar autobiografía es darse paz, si bien siempre hay que tener en cuenta la inquietud y el dolor del recuerdo. La tregua autobiográfica no es una forma elevada de espiritualidad, sino más bien es un pacto con uno mismo, con los demás y con la vida.
Pero, en realidad, ¿qué «poderes analgésicos» tiene la escritura autobiográfica? Se puede hablar de varios:
1- Las evanescencias, o sentir el placer de recordar. El poder curativo de la evanescencia alimenta un sentimiento de desapego, que es el primer requisito de un bienestar que proviene exclusivamente del escritor.
2- Las convivencias. Empiezan donde termina el interior, aunque se van desplazando hacia otros «lugares». Es bueno comunicar a los demás estas historias evanescentes en vez de guardarlas para sí.
3- Las invenciones, que se basan en el hecho de que el autor de la autobiografía se separa de sí mismo. Este asiste a una transmutación que le multiplica y le transforma de repente en otro personaje.
4- La personalización. La autobiografía requiere una gran sistematicidad y una organización meticulosa, que es lo que se conoce como personalización.
Este sencillo consejo forma parte del taller Narración autobiográfica: cómo escribir sobre una vida. Toda la información en nuestra web.