Las palabras que sirven al autor para dar una idea de los hechos son los verbos y los sustantivos. Éstos hacen relación a todas las formas posibles en cuanto a cosas, animales o personas. Los verbos indican las acciones que éstos ejecutan; los adjetivos otorgan propiedades al sustantivo; y los adjetivos otorgan propiedades al sustantivo.
Los adjetivos son palabras empleadas para explicar cómo son los objetos que se nombran; completan las descripciones, y su función es extender y aclarar el significado del sustantivo o, en general, de la acción alrededor de la cual se encuentra. El escritor puede emplearlos para rellenar un texto cuyo peso significante debe ser equilibrado, y también puede fijar en la conciencia del lector ciertas características, con la intención de convertirlas en determinantes en la historia.
Sin embargo, abusar de los adjetivos es peligroso, como igualmente lo es usar adjetivos tan lógicos que desmerecen la descripción en lugar de particularizarla.
Las acciones se expresan gramaticalmente mediante los verbos: controlar el uso de los verbos es una tarea primordial del escritor. Los modos y tiempos de los verbos empleados han de ser adecuados a los propósitos del novelista: tienen las responsabilidad de situar al lector en el momento de la historia. Asimismo pueden marcar el estado de ánimo de los participantes en los hechos mismos como acciones determinadas.
Su elección depende principalmente de la intención que tenga el autor al desarrollar la novela, de que el lector perciba las intenciones del escritor se encarga el lenguaje empleado: el texto y el contexto.
Tras definir el curso de la historia y los personajes principales que participarán en ella, la forma en que se emplearán los verbos es lo que debe seguir en el orden de sus prioridades.
En una novela el escritor emplea diferentes formas verbales. Utilizar una o varias formas verbales combinadas es una elección que el escritor debe llevar a cabo con la finalidad de reforzar la historia narrada. Así las posibilidades son muchas.
En la narrativa el tiempo más empleado es el pasado con todas sus variantes. Es el único del cual el escritor tiene claro conocimiento, mientras que el presente es una fracción muy pequeña de tiempo el futuro es siempre una ilusión.
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