Cesar Alen. Nací en Orense a finales de los sesenta.
En la adolescencia despierta mi interés por la literatura.
A los veinte años escribí varios guiones para un cómic que realicé con la colaboración de un dibujante. La generación “Beat”, con Jack Keruac a la cabeza, me dejó una profunda huella.
Mi gran afición al séptimo arte me llevó a trabajar en el cine club de la ciudad, lo que aumentó mi pasión. Junto con otros amigos, realizamos varios cortometrajes. Por diversos avatares de la vida, abandoné el país para recalar en Brasil, donde pasé un temporada.
Al regresar seguí mi peregrinación por Portugal, Francia, Holanda y el Magreb. Hice un curso de locutor de radio. Tuve la suerte de poder dirigir mi propio programa en una radio local, titulado “Letras y música”. Como no podía ser de otra forma trataba de literatura.
A lo largo de mi vida desempeñé todo tipo de trabajos como operario en una gasolinera, monitor de ocio, en el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), recorriendo España palmo a palmo. Seguí realizando todo tipo de trabajos de la más diversa índole. Empecé estudios de Psicología, que abandoné el primer año para estudiar Filología. Fue en la facultad donde se consolidó mi vocación literaria.
Gran parte de mi vida se refleja en el libro. Sentía la necesidad de contar las situaciones insólitas que he vivido. Mis providenciales encuentros con Robert Graves, con Montalbán, Marsé, Cortázar, Günter Grass, Paul Bowles y Marcelo Mastroianni. En fin, las casualidades que me colocaron ante hechos de relevancia histórica como la muerte de Franco, el golpe de estado de Tejero, la caída del muro de Berlín, o el secuestro del buque Santa María, sufrido por mi abuela.
Podríamos calificarlo de biografía ficticia. Utilizando un álter ego, realizo un viaje iniciático, vertebrado por los libros y la literatura, tortuosas relaciones de pareja y una búsqueda incansable de los secretos del alma humana.
A lo largo de la novela se suceden un sinfín de aventuras, de avatares inesperados e insólitos, que toman forman en las relaciones humanas y en la búsqueda de una identidad. Hay algo de libro de viajes. El protagonista está en constante movimiento, una especie de metáfora de la búsqueda interior. Encuentros mágicos y misteriosos, situaciones trágicas, violentas, personajes insólitos, característicos, con un psicologismo muy definido.
Digresiones continuas para poder abarcar un mayor tiempo histórico, o mejor dicho, historicista, para poder permitirme licencias poéticas dentro de un marco cronológico verosímil (como decía Aristóteles en su Poética, “Es más importante la verosimilitud que la verdad”).