
Siempre sentí pasión por la lectura, pero a los 16 años Tolstoi y “La muerte de Iván
Ilich”, echó abajo el escueto andamiaje de preguntas que me hacía sobre la vida y el destino. La interrogante que se hace Iván, en su lecho de muerte, “¿Cabe la posibilidad que no haya vivido como debería haberlo hecho?”, es la que desde entonces me hago con cierta frecuencia, un examen de consciencia que trata de orientar mis pasos en medio de los extravíos.
Un buen día, me di cuenta que escribir me acercaba a esa “vida que quería vivir”. Desde entonces, he escrito y publicado 13 títulos, en físico y en formato digital. La mayoría de ellos, por no decir todos, apuntan al desarrollo personal y profesional, como experto dedicado al coaching y el mentoring desde hace más de veinte años: “El genio que no quería salir de la lámpara”, “Historias y metáforas transformadoras”, “El libro de las preocupaciones”, “Cuántica-Mente”, “Entre lianas y serpientes”, “La rebelión del pensamiento”, “Aceptar-Te”, “El líder que decidió quemar los puentes”, ”Hipnosis para todos”, “Deep Coaching”, “Dios ha muerto: ¡Gracias a Dios!”, “Pienso, reflexiono y decido, luego existo”, “Cinco pasos que harán de ti un coach profesional”, y últimamente, en proceso de publicación, la novela “Luna de Sangre”.
La pregunta de rigor es ¿por qué una novela histórica con visos de realismo mágico, como lo es “Luna de Sangre”? La verdad no lo sé, creo que simplemente me dejé llevar sin resistencia por las memorias que revoloteaban como mariposas a mi alrededor, y me inspiraron a narrar un trozo de la historia de mi país, Venezuela, durante los veintisiete años que duró la dictadura del general Juan Vicente Gómez, y cómo en medio de esas terribles vicisitudes el amor de dos jóvenes se abre paso, y logra vencer todos los obstáculos, incluyendo su propia muerte.
En esta obra, la ficción narrativa se mezcla con la atroz realidad que asolaba el país (1908-1935), y en buena medida explica nuestro devenir en los últimos cien años como nación. Después de todo, “Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia” (Aldous Huxley).