Ágata O nació en los años setenta en la isla de Mallorca. Estudió escritura creativa en la Universidad de Nueva York de la mano de Antonio Muñoz Molina y Diamela Eltit.
¿Por qué escribes?
Ella responde: para explorarme, disfrazarme, cuestionarme, para vivir varias vidas a la vez supongo. Si fuera capaz de recordar todas mis vidas pasadas y futuras, quizás no escribiría.
Todo termina en «me», ¿se trata solo de ti?
La historia escrita sí, la leída ya no es mía. Esa es la magia de una historia contada, es un camaleón.
¿Quiénes consideras tus referentes literarios?
Ella exclama: ¡No tengo idea! – y sonríe -. Creo que los referentes son una especie de sopa de letras en el inconsciente. Puedo decirte a qué autores admiro, si te interesa. – La periodista asiente. –
Admiro enormemente la inteligencia de Clarice Lispector y su relación irreverente con el lenguaje. Sus escritos están repletos de retos y juegos. Cuando terminé de leer Un Soplo de Vida me dije: ya está, ya están formuladas todas las preguntas, no quedan más. Es maravillosa, claro que no la recomiendo como lectura para el metro. – ¿Lees en el metro? – No, soy demasiado chismosa, me encanta escuchar las conversaciones de los demás.
– ¿Otros autores que admires? – James Salter, me genera un placer infinito leer la ficción de James Salter; Agotha Kristoff me cautiva completamente, por suerte sus obras son cortas porque no dejo de leer hasta que termino. ¿Has leído El ancho mar de los Sargazos? ¡Una maravilla! Jean Rhys es una artista, te parece estar tocando la humedad de las plantas.
Háblanos un poco de tus personajes: ¿tienen algo en común las protagonistas de tus obras?
¡Claro, me tienen a mí en común! – ríe -. Supongo que algo que tienen en común, más allá de su partida de nacimiento, es que son fruto de una estructura machista que ha conformado su mente y su existencia y las aprieta, como una camisa de fuerza, a la vez que las protege. En esa dualidad entre la seguridad y la libertad están la mayoría de los movimientos que me generan curiosidad.
Podría decirse que tus protagonistas tienen un comportamiento moralmente cuestionable e incluso ilegal en algunos casos, ¿te gusta explorar los límites del comportamiento humano?
Creo que todos tenemos un precio, no hay conducta alguna que se resista al incentivo perfecto, es cuestión de dar con el incentivo, muchas veces perverso, que compense nuestros miedos. Por eso nos ponemos tantos límites en sociedad, la moral, la religión, la ley, son límites de control racional, pero la pulsión adecuada los derrumba como un maremoto arrasa las costas. A veces limpia, a veces solo destruye.
Agata O vive actualmente en Madrid, en el barrio de Las Letras. El Carnaval de los Animales es su segunda novela.