
El sentir que ahora mi novela está lista para presentarla ante las editoriales me quita un gran peso de encima. La convivencia con el texto ha sido apasionante, pero también muy larga. Y toda relación intensa y prolongada necesita luego un descanso, ¿no? “En verdad os digo” que, en mi caso, ¡es un alivio! Y también por eso le doy las gracias a Amalia.
Cuando le envié a Amalia la primera versión de mi novela Fieras heridas para su corrección, uno de los problemas era que debía recortarla muchísimo, ya que la historia la tenía (y tengo) pensada también para una posible miniserie. A propósito, la dejé así, con más de 500 páginas. Tenía claro que, si quería publicarla como mi primera novela, debía quitarle unas 200. El desafío era cómo hacerlo sin perder partes esenciales de la obra.
La corrección de Amalia me ayudó mucho en ese sentido, porque, además de las indicaciones muy puntuales sobre redacción, ortografía, etc., recibí acotaciones precisas y recomendaciones que facilitaron la tarea. Entre ellas, las referidas a las descripciones demasiado largas, que le quitaban ritmo y podían alejar el interés del lector. También me ayudó que, en el análisis de la obra, resaltaran las partes positivas de la escritura. Eso fue importante a la hora de establecer prioridades en el recorte y la estructura de la historia