El autobiógrafo aspira a construir una imagen convincente de sí mismo, fiel al pasado y ajustada al presente. Para ello, y ante la imposibilidad de contarlo todo, debe seleccionar, recuperados por la memoria, aquellos episodios formadores del ser más personal, conferirles un tratamiento temporal y una gradación adecuada, desde la perspectiva y voz narrada que se requieren.
En estos casos la memoria se convierte en un agente de la narración que ordena y organiza los acontecimientos según criterios de carácter cronológico pero que pueden responder a las más diversas motivaciones, como la identidad del tema, las fijaciones personales, las asociaciones inconscientes, las relaciones textuales, etc.
El carácter cronológico y lineal de la vida es lo que da forma al texto, que a su vez surge como resultado de un análisis retrospectivo en el que la memoria da forma a los acontecimientos pasados con un afán de veracidad, reconstruyéndose y reviviendo para dar testimonio de sí mismo.
El elemento novedoso que permite salvar las contradicciones o paradojas planteadas en el seno del género autobiográfico es la inclusión del ‘yo’ como enfoque. Y es que hay que tener en cuenta que la escritura autobiográfica podría considerarse una forma más de lo que Foucault llama «tecnologías del yo».
Lo que se pretende es descubrir o presentar el ‘yo’ a través de la narración de la vida en la escritura autobiográfica, el autor que no supone meramente un añadido al término autobiografía, sino que interviene en la reconfiguración de las relaciones existentes entre la vida y la literatura.
Este truco forma parte del curso «Narración autobiográfica: cómo escribir sobre una vida». Toda la información en nuestra web.