
Al finalizar mi novela La Ruta Oriental, me encontraba con una ignorancia absoluta tanto de las bondades de la obra como del mundo editorial. Como no soy muy pudiente para la autoedición, y todo lo que tiene que ver con los libros excepto su lectura me era ajeno, llegué a la conclusión de que sería más fácil si pudiera contar con la ayuda de un agente literario que valorara mi trabajo y que, si le parecía viable, me ayudase a caminar en el proceloso mundo del negocio editorial.
Lo ayuda más importante que he recibido en el Programa ha sido la evaluación y valoración de la obra, que aunque supuso un trabajo de ajustes y modificaciones, nos ha permitido darle el empaque y el pulido final que necesitaba, antes de presentarla a las editoriales. Sinceramente creo que ese proceso es fundamental.
Ahora que estoy más cerca de publicar, me siento como imagino se puede sentir una futura madre en mitad de un embarazo: Ilusionado, preguntándome si será niño o niña, y preocupado porque venga bien. Es decir, esperanzado porque alguna editorial se decida por él, y si es el caso, ilusionado porque los posibles lectores disfruten leyendo la obra tanto como yo disfruté escribiéndola, y con el deseoso de que cada uno de los participantes podamos obtener algún beneficio moral y económico.