Gales, 1961. Una mañana cualquiera, los vecinos de Gelli Gandryll saltaron de la cama sorprendidos con la noticia que ese día estaría en boca de todos: la antigua estación de bomberos del pueblo se había despertado convertida en una librería de segunda mano por obra y gracia de Richard Booth.
El éxito cosechado por este erudito galés sirvió para que, siguiendo su ejemplo, muchos vecinos se lanzaran a la aventura de hacer de la literatura su forma de sustento. Diez años más tarde, los libros inundaban todos y cada uno de los rincones del pueblo, desde casas abandonadas y destartaladas hasta el viejo castillo. Así fue como, rebautizado con el nombre de Hay-on-Wye, aquel lugar se erigió como el destino predilecto de empedernidos bibliófilos llegados de todas partes del mundo.
Hasta él se desplazaron Inés e Isaac hace ya varios años.
Aunque estos dos filólogos no podían ni sospecharlo, aquel viaje rompió por completo sus esquemas. Tanto como para cambiar los rascacielos de Nueva York por los rústicos tejados de Urueña. Con tan sólo 190 habitantes censados, este pueblo de Valladolid, conocido popularmente como ‘la villa del libro’, alberga una decena de librerías y talleres dedicados a lectores de toda clase y condición.
En el caso de El Grifilm, la librería que esta pareja regenta desde el año 2011, sus estanterías son la excusa perfecta para sumergirse en biografías de actores y cineastas, novelizaciones de películas o manuales de guionizaje. «Pura golosina» para los amantes del séptimo arte, que dirían algunos paisanos.
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