
El futuro está en el pasado. Lo dicen desde el presente expertos, académicos, escritores, editores y libreros a la luz del VI Congreso Internacional de la Lengua, que empezó ayer en Ciudad de Panamá bajo el lema El español en el libro: del Atlántico al mar del Sur. Pero las estadísticas son sombrías: los indicadores de lectura en Latinoamérica oscilan entre dos y cinco libros por habitante al año, revela Fernando Zapata López, director del Centro Regional para el Fomento de la Lectura en América Latina y el Caribe (Cerlalc).
La oferta en la región alcanzó el año pasado los 166.000 títulos. La situación en España no es mejor, comparada con los países de su entorno: 10 libros de media por habitante al año y una oferta de 100.000 títulos anuales. Sus estrategias de fomento no son el mejor ejemplo a seguir. El triángulo oferta-venta-lectura no se corresponde. La estrategia ha sido vender libros y no crear lectores. Las ventas en España han caído a niveles de 2012.
Las principales causas de la poca penetración del libro en los hogares y sus bajos índices de lectura tienen que ver con la pobreza, la descomposición del sistema educativo y las campañas erráticas y/o inestables de los Gobiernos y la industria editorial. «Lejos de apostar por una ampliación significativa del mercado y creación de lectores, suele refugiarse en las compras del Estado o inducidas por este para los programas escolare», asegura José Carreño Carlón, director del Fondo de Cultura Económica de México.
La falta de prioridad de los Gobiernos en la educación es la clave del poco éxito de la lectura, afirma Orit Btesh, presidenta de la Cámara Panameña del Libro: «No hay inversión en proyectos educativos y en el entrenamiento y preparación de los docentes». Esa falta de estabilidad en las políticas públicas la recuerda César Antonio Molina, director de la Casa del Lector, de Madrid: «Es una acción administrativa que requiere una mirada de largo plazo y una ejecución de planes de carácter algo más estratégico que cosmético».