
Nací el 14 de julio de 1945 en Barcelona.
En la actualidad vivo en Fuerteventura, disfrutando con calma de mi jubilación aunque procuro mantenerme activo.
Leo, escribo, escucho música, camino, participo en tertulias radiofónicas, hago algo de ejercicio e intento mantenerme, debo reconocer que sin demasiado éxito, dentro de un peso aceptable.
Desde muy pequeño he sido un enamorado de la lectura. Mi madre me aficionó a ello leyéndome unas narraciones que consiguieron despertar el interés de un niño de cinco o seis años, aunque no fueran obras infantiles.
Así fue como descubrí que los libros contenían un mundo maravilloso en el que convivían historias fabulosas, paisajes lejanos, aventuras épicas, países exóticos, personajes míticos y en cuanto pude me puse a leer y lo hice profusamente, quizás sin demasiado sentido crítico, pero leía todo lo que caía en mis manos.
Una de las cuestiones que más he repetido a lo largo de mi vida cuando hablaba sobre mis estudios, es que yo había hecho el bachillerato elemental con Salgari, Julio Verne, Karl May y Crompton, el de Guillermo el Proscrito, y el bachiller superior en la buena compañía de Perry Mason y el Comisario Maigret.
No mejoraron mis notas, porque leía en lugar de estudiar, pero estoy seguro de que abrieron mi mente a unos mundos que de otra manera no hubiera conocido.
Recuerdo perfectamente como a los quince años descubrí que las novelas de espionaje y las policíacas que hasta el momento había leído, habían quedado obsoletas o que al menos existía un formato mucho más interesante.
La lectura de “El espía que surgió del frío”, de John Le Carré, y “Los milaneses matan en sábado”, de Giorgio Scerbanenco, supuso un descubrimiento deslumbrante, el descubrimiento de una manera distinta de novelar que me llevaron paso a paso hasta mi afición por el género negro.
He leído a lo largo de toda mi vida. Durante casi diez años presenté cada semana un programa televisivo de una hora de duración en el que comentaba dos libros.
Siempre me he considerado un lector medio/medio, pero he de reconocer que mi afición por la lectura me facilitó mi camino a la escritura.
Caí, como tantos otros, en la tentación de los blogs, y durante años me dediqué a escribir diariamente sobre temas de actualidad.
Tengo un libro publicado, “Legionario en Bosnia 1993”, y en estos momentos estoy esperando que me editen una novela, negra por supuesto, en la que tengo puestas muchas esperanzas.
¿Escritor? No creo que lo sea, al menos por ahora.
Prefiero pensar que sigo siendo un lector que escribe, pero soy consciente que he iniciado ese camino.
Tras acabar la novela, que espero conseguir que se publique, le estoy dando vueltas a otro relato con el mismo personaje protagonista.
Dos pensamientos me acompañan en ese empeño, creo que se hace camino al andar y que todo viaje, por largo que sea, comienza con un primer paso.
En esas me encuentro…