
Mi principal desafío, antes de comenzar a trabajar con Amalia, era exponer mi novela. Siempre da vértigo —y cierta vergüenza— mostrar lo que has escrito. A veces, esa sensación puede llegar a paralizar. También me cuestan las revisiones. Volver a releer lo que en su día di por bueno, después de muchas vueltas, sabiendo que siempre se puede mejorar y que, inevitablemente, me encontraré con cosas que ya no me gustan, me produce una enorme pereza.
Amalia me ha ayudado acompañándome precisamente en esos dos procesos. Delegar la presentación de la obra ante las editoriales ha sido un gran alivio. Es un trabajo arduo y delicado que requiere profesionalidad y experiencia. Saber que alguien lo hace por mí —y lo hace bien— me ha permitido centrarme en lo que verdaderamente me gusta: escribir.
En este momento, antes de la posible publicación, estoy llena de contradicciones. Por un lado, siento ilusión. Por otro, me inquieta la inevitable exposición. Presiento que se levantará el telón y, de pronto, me encontraré en el escenario, «sola y llena de dudas».