Contar lo experimentado por el escritor es una ventaja y un riesgo. Una ventaja porque lo conoce tan bien que tendrá fuerza y credibilidad. Un riesgo porque se puede remitir a una anécdota y con anécdotas no se escribe una novela.
Teniendo en cuenta, por tanto, la importancia de una buena planificación de la obra con el fin de que esta sea redonda, podemos hablar de que las formas de planificar una novela son:
– La lineal: cuando los elementos del relato se suceden en una progresión cronológica continua, sin saltos en el tiempo, sin desplazamientos ni repeticiones.
– La circular: cuando el final de un relato vuelve sobre el comienzo del mismo, empieza y acaba con los mismos elementos entre los cuales se desarrolla la transformación.
– La concentración: cuando los diversos elementos giran en torno a un núcleo central.
– La espiral: cuando la narración gira en torno a ciertos elementos considerados desde nuevas perspectivas cada vez.
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