
Desde bien pequeñita he hablado mucho. Comencé a los nueve meses y hasta ahora no he parado.
Realidad es que me encanta comunicarme, hablar de todo, aprender de muchos y crecer cada día más. Mi primera obra escrita fue en la guardería, trataba de un caracol y una vaca. A priori no tiene mucho sentido, pero a mi modo tiene una estructura clara de introducción, nudo y desenlace, se ve que ya con cinco años sabía lo básico. Guardo ese manuscrito por si se revaloriza en unos años. Desde entonces no he parado de imaginar y crear.
Creo firmemente en la belleza de crear universos propios donde haya cabida para todos. Y creo que en la construcción de personajes fuertes y ricos en matices, independientemente de la trama, es donde se facilita este vehículo para la inclusión y representación que tanto se necesita. Porque de lo que no se habla, no existe.
Escribir siempre me ha llevado a rincones de mí misma que no conocía, y me ha ayudado a expresarme. Y de esta necesidad de alzar la voz, ha nacido mi novela 98% compatibles. En ella he podido plasmar en una divertida aventura de fantasía juvenil, buena parte de lo que me hubiera venido bien que alguien me explicara en su momento.
En 98% compatibes conocemos a Alex y a Diego, dos jóvenes desconocidos, que coinciden en el proceso de emparejamiento por el cual el gobierno de Kathoi controla la natalidad del país. Pero al recibir los resultados, un secreto familiar se destapa, poniéndoles en grave peligro. Y ayudados por algunos familiares, y una encargada del Proem cansada de su vida, Nina, consiguen huir.
Mientras, una organización secreta llamada la Resistencia que trata de reivindicar su lugar en el mundo, da su primer golpe importante en la capital. Los jóvenes deciden unirse a ellos para así, juntos, descubrir la verdad: por qué Luca Frasp, el gobernador de la capital, les está dando caza a todos ellos. La presidencia es su objetivo, y no se lo van a permitir.